domingo, 21 de noviembre de 2010

nur einen moment

Es temprano y ya casi todo se apaga.

Casi todo, pero aún quedan ellos. Ahí están, como siempre, estirando los minutos sin darse cuenta. A su alrededor, cuatro pares de ojos se cierran, y sin quererlo le dan a ella lo que está buscando sin saber que lo está buscando.

Las voces ya no suenan claras como hace un par de horas: están ásperas, secas por el humo del cigarrillo compartido, cansadas de traducir en melodías las turbulencias de la cabeza y el corazón. Por momentos desafinan, otros, se quedan sin aire. Otros, se funden en una sola voz - momento cúlmine en que sus propios ojos dejan de ver lo de afuera para mirar desde adentro. Entendimiento perfecto, casi mágico.

Y ahí está, el instante patético en que vuelven a acecharla las sombras de lo que alguna vez quiso ser y nunca fue.

Patético, porque todos saben lo que está sintiendo, porque ella misma sabe que no es secreto. Porque se engaña a sí misma diciendo que no es cierto, y porque todos saben cómo termina. Patético, porque la miran con lástima, y porque aún así lo quiere. Aunque sepa que es imposible.

Patético.

Es tarde y ya todo, todo se apaga.

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